Por David Thatcher
Hace diez años, Bobby DiPalo sufrió un accidente trágico al caer veinte pies desde un puesto de árbol y quebrarse su espalda, quedando paralizado desde la cintura para abajo. No conocía a Bobby en ese entonces. Lo conocí recientemente a través de su nuera Toni, la secretaria de uno de nuestros jefes de la policía local y una creciente fanática de la detección de metales. Mientras hablaba con ella, Toni exclamó emocionada, “¡Tienes que conocer a mi suegro, Bobby, a quien le encanta la historia y quiere aprender a detectar metales!”. Poco después, recibí un correo electrónico de Bobby. Rápidamente percibí su energía y entusiasmo respecto de la historia y de la detección de metales. Luego de intercambiar varios correos electrónicos, finalmente hablamos por teléfono un día, ya que estábamos planificando una búsqueda de tesoro. En esa conversación, Bobby me lanzó una bomba al preguntarme: “Sabes que estoy paralizado, ¿no?” No lo sabía hasta ese momento, pero con la voluntad de Bobby por vivir y superarse en la vida, esto no era un hecho importante de destacar, ya que la palabra “discapacitado” no era parte de su vocabulario.
Pronto nos encontramos realizando largas excursiones a lo profundo del bosque, por rutas casi sin recorrer, en busca de sitios de cazas para tesoreros. Rápidamente desarrollé reconocimiento por los obstáculos que enfrentaba simplemente viajando a sitios de detección aptos para detectar, excavar y recuperar objetos desde el suelo. Un día le presté mi Garrett ProPointer y pronto me sorprendió al sentarse en el suelo a recuperar un artefacto detrás de otro, luego de que quité la capa superior del suelo y escombros variados.
Bobby DiPalo usando el Garrett Pro-Pointer para encontrar objetivos en algunos escombros.
Bobby y su familia tienen una hermosa casa en la Bahía de Narragansett, inmersa en la historia colonial y Americana Nativa, y un día sugirió que tomemos el ferry un viernes por la tarde y que pasemos un fin de semana detectando metales. Bobby insistió en manejar hasta el ferry en su camioneta especialmente diseñada, que estaba llena con nuestro equipo y provisiones de comida. Mientras nos preparábamos para dirigirnos al embarcadero del ferry, Bobby tomó el control con su silla de ruedas cargada de provisiones y desapareció por una entrada de vehículos hacia la calle principal. Yo parecía un soldado preparándose para la guerra, con mis herramientas de excavación, mi detector y demás provisiones. Al llegar a la esquina, me asusté al ver a Bobby yaciendo en el suelo, en un surco entre dos edificios, riéndose, pidiéndome que levante su silla de ruedas. Contento de no haberse lesionado, ambos comenzamos a reír y me dijo: “Hombre, te espera un largo fin de semana” Poco imaginaba yo lo correcto de esta afirmación. Subimos al ferry y en veinte minutos llegamos a la isla, con provisiones suficientes para ocho personas.
Bobby tiene un segundo vehículo en la isla y pronto nos dirigimos hacia el refugio familiar para desempacar y ponernos en marcha. Mencionó que tenía una silla de ruedas electrónica completamente nueva en el sótano que nunca había usado. La cargamos enseguida y nos dirigimos hacia una granja del siglo XVII. Bueno, entradas unas 100 yardas en un camino de tierra lodoso, la silla eléctrica dejó de funcionar y, ¿a qué no saben quién tuvo que empujar a Bobby en la silla a través del bosque y charcos y de regreso a la casa? ¡Adivinaron! ¡Yo!
Este es un botón de metal del Cuerpo Médico de la Segunda Guerra Mundial que Bobby colocó en su detector de metales señalador Garrett Pro Pointer.
Cuando llegamos, Bobby exclamó que tenía una idea mejor: un gran tractor John Deere en el sótano con el tanque lleno de combustible. Mientras Bobby lo sacaba del sótano, nos dimos cuenta de que la rueda del frente estaba pinchada. ¿Crees que eso lo detuvo de meterlo en el bosque detrás de su casa? No, estaba decidido en mostrarme un viejo depósito de botellas que había descubierto en la caída previa. La semana anterior había habido un gran diluvio y el bosque estaba lleno de charcos de barro e insectos. El modo en el que Bobby manejaba te haría pensar que estaba conduciendo una máquina excavadora D-9. A mitad de camino adentrado en el bosque, su silla se enterró en un charco de tipo arena movediza, lo que requirió que yo levante la parte trasera del tractor para liberarlo. A medida que las ruedas se levantaban del suelo, me salpicaban con lodo y maleza de pies a cabeza, pero pude liberarlo, con la rueda pinchada y todo. Poco después de esto, llegamos al depósito de botellas de principios de siglo. Antes de que el tractor pudiera detenerse, Bobby se deslizó del asiento hacia el suelo llevando sus herramientas de excavación. Me miró y me dijo: “Seguramente no vas a olvidar este fin de semana, ¿verdad?” y pensó que probablemente yo no iba a querer volver a salir con él. Bueno, esto fue hace varios meses atrás y, a pesar del hecho de que me fracturé el pie derecho en esa aventura de excavación, hemos cazado tesoros juntos muchas veces desde entonces y estamos preparando nuevos viajes.
Bobby DiPalo andando en su tractor hacia el siguiente sitio.
El resto es historia y Bobby ahora puede participar en vez de mirar. Al enterarse de la pasión de Bobby por este pasatiempo, Garrett se emocionó con la historia y fue lo suficientemente generoso como para donar un ProPointer y un pico magnético que Bobby usa religiosamente en durante las cacerías. Luego de pasar más tiempo con este hombre, Dios me reveló muchas cosas acerca de Bobby, acerca mío y de la humanidad. He aprendido más de él de lo que pensé que podía dar. ¡La vida es maravillosa!